Se pueden necesitar 3 pensamientos positivos por cada negativo para contrarrestar el impacto del pensamiento pesimista.
Pensar en lo que ya tenemos, en lo que hemos conseguido. Algunas personas son infelices porque se centran demasiado en lo que no tienen.
Desde la perspectiva de la terapia de aceptación y compromiso la licenciada comparte un posible ejercicio para trabajar los pensamientos negativos:
Cuando frases como “nadie me quiere”, “soy un inútil”, “nunca me va bien en nada”, resuenan constantemente en la cabeza de una persona estamos frente a un problema que hay que identificar y resolver.
Es posible sospechar que existe un problema a través de la observación. Una persona con pensamiento negativo se caracteriza por lo siguiente:
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Estos pensamientos negativos recurrentes son Suggestions y/o creencias distorsionadas que actúan a modo de sentencias sobre uno mismo, el mundo, los otros o el futuro.
Diario de pensamientos: Anota tus pensamientos negativos para ver patrones recurrentes y trabajar en ellos.
Por ejemplo, si un amigo cancela planes contigo, podrías pensar que es porque nadie realmente quiere pasar tiempo contigo. Esta tendencia a personalizar puede afectar tu autoestima y tu autoimagen de forma negativa.
Autoestima baja: Sentirse insuficiente o no valorado puede llevarte a pensar que pensamientos negativos solo ocurren cosas malas.
Por ejemplo: Un niño que ha sufrido bullying en el colegio, puede llegar a creer que todas las personas a su alrededor de alguna u otra forma quieren hacerle daño.
Por fortuna, existen una serie de estrategias para evitar que los pensamientos negativos tomen el control de nuestra mente y, consecuentemente, de nuestra conducta. Veamos algunos de ellos.
La concienciación es el primer paso hacia el cambio. Por eso es tan importante el ejercicio de la goma elástica. Te despierta del sueño negativo que te has estado creando.
La vida nos presenta retos, tareas difíciles e incluso nuevas oportunidades que nos parecen desalentadoras. Incluso cuando deseamos algo desesperadamente, nuestros miedos e inseguridades interiores nos susurran al oído, diciéndonos que somos incapaces o que no tenemos la fuerza suficiente para hacer lo que hay que hacer.